jueves, 22 de septiembre de 2016

Vuelta a la agricultura tradicional



Los agricultores sicilianos están dando un magnífico ejemplo de recuperación de los cultivos que se han desarrollado tradicionalmente en la isla y cuya presencia se remonta a varios siglos atrás. Sin usar productos químicos y sin modificación genética de las semillas; simplemente, dejando que las especies se adapten al suelo y a las condiciones climáticas de cada zona, sabiendo cómo asociarlos y rotarlos para obtener el mejor rendimiento"



De vez en cuando aparecen noticias que aportan un poco de optimismo al pensar que otra agricultura es posible. En un momento en el que los lobbys han impuesto lo que se cultiva; han fijado cuotas de producción de países y regiones, reduciendo litros de leche, pagando por arrancar olivos o viñas o subvencionando cultivos que terminan en los barrancos; han generalizado la manipulación genética de plantas y animales, y han decidido que la población actual debe irse acostumbrando a tragar –nunca mejor dicho- con esas frutas, esas verduras y esos productos de colorines, sin sabor alguno, van los sicilianos y se les suben a la chepa. Con su historia teñida de rebeldía se han atrevido contra las leyes del mercado y contra las políticas agrarias diseñadas por ese ente casi virtual e intangible que es la Unión Europea, asumiendo la alternativa de recuperar su agricultura y cultivos tradicionales.




Y con una mezcla de envidia y de incredulidad, nos preguntamos si algo similar es posible en Canarias. Contamos con el poso de tradición de unos agricultores –cada vez menos- que se han curtido durante siglos sacándole partido a una tierra fértil, en la que la falta de agua y el injusto sistema de propiedad fueron sus principales enemigos. Disponemos de un banco de semillas adaptadas a nuestro territorio y gestionado por una de esas escasas instituciones públicas plenamente justificadas, como es el Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife (CCBAT), que se ha encargado de recuperar y conservar las razas y cultivares autóctonos de Tenerife y que han puesto al servicio del agricultor canario. ¿Se imaginan volver a ver en cultivo el complejo sistema de bancales que ocupa los paisajes de las islas?, ¿seríamos capaces de que los pequeños y medianos agricultores pudieran tener un nivel de renta suficiente como para vivir dignamente a partir de las variedades de papas, hortalizas, viñas, frutales y demás productos ancestrales? Todo ello sin contar con el valor añadido que, desde el punto de vista patrimonial y de atracción turística, supondría la recuperación de los sistemas de cultivo tradicionales.



Pero después te despiertas y te das cuenta de que, entre la miopía de los que nos dirigen, que han decidido que seamos el parque de atracciones de Europa; las trabas a la pequeña agricultura; los costes de todo tipo, inasumibles en muchos casos; y la escasa ayuda por parte de una población que bastante tiene con adquirir lo más barato, aunque se trate de una papa aguachenta de vaya usted a saber su origen, llegas a la conclusión de que los sicilianos, al menos, tienen más agallas que nosotros. ¡Ojalá les vaya bien y chapeau por los sicilianos!

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